Había una vez: Fuji, el delfín.

Otra historia de tragedia animal con un final feliz es el hecho verídico de Fuji, un delfín hembra que actualmente posee alrededor de 40 años.

El hecho se remonta al año 2002, en la isla de Okinawa (Japón). Fuji, la protagonista de esta historia que parece salida de la ficción, contrajo una grave enfermedad que le causó necrosis en su cola. Esto hizo que se tuviera que recurrir a la amputación del 75 por ciento de este órgano.
Consecuencias: la inactividad hizo que Fuji suba mucho de peso y los estudios sanguíneos del delfín presentaban valores de colesterol demasiado altos. Ante esto, se pronosticaba que Fuji podría contraer nuevas enfermedades.

Dos años más tarde, aparece una esperanza para Fuji: un amigo de uno de los cuidadores del delfín, propone que se le construya una prótesis artificial, para devolverle la movilidad al Fuji. Dicho promotor de la idea, empleado de la compañía de neumáticos Bridgestone, una de las más importantes de Japón, se pone a la tarea de desarrollar y producir la aleta, con el asesoramiento de un grupo veterinario y el respaldo y financiamiento de la firma Bridgestone.

La nueva cola biónica se construyó a base de los materiales que se suelen emplear en las ruedas los coches de carreras de Formula 1. Se la reforzó con un esqueleto artificial hecho en fibra de carbono y en las áreas de contacto con la zona amputada, se tuvo la precaución de emplear un material de goma más blando, para evitar causarle heridas al animal.

El desenlace de la historia: se consigue crear una cola artificial bastante realista, de tamaño un poco menor a la de un delfín adulto normal, pero totalmente resistente a los saltos y piruetas de Fuji, quien pudo volver a nadar con total soltura en Laguna de delfines Churaumi.
Además de salvarle la vida en el aspecto de desempeño de funciones biológicas, esta prótesis le salvó la vida en lo que refiere a su estado anímico, el cual, según afirman sus cuidadores, mejoró notablemente.

Foto: visitsouth