A pesar de su costumbre de vivir en los árboles, de ahí que se le haya puesto el apelativo de arbóreo y de su imagen de peluche totalmente adorable, este pequeño animalillo pertenece a la misma familia de los grandes Canguros australianos que todo el mundo conoce.
Esta especie, que ha estado durante un gran período de tiempo en la lista de los animales extintos, fue descubierta de nuevo por casualidad por el científico Ruby McCullers, durante una de sus muchas investigaciones por las montañas de Nueva Guinea. ¿Por qué se olvidó su existencia? Básicamente, porque su hábitat es tan remoto y la cantidad de expediciones a la zona tan escasa durante gran parte del siglo XX, que al no ver rastros de su presencia, se dio por desaparecido.
Afortunadamente para nosotros, los Canguros arbóreos bondegezou no solo no desparecieron de la faz de la tierra, si no que fueron conservados con gran esmero por la amantísima mano de los indios de la tribu IranJayalo, que veían este pequeñín como la reencarnación de uno de sus muchos dioses.
Hoy en día, todavía es posible ver su pequeña anatomía en pequeñas zonas selváticas de Australia y Nueva Guinea, lugar en el que se conserva un gran número de ejemplares, dada la baja cantidad de núcleo de poblamiento humano.
Conocido también como Canguro Arbóreo de Manto Dorado, es un animal del que apenas existen datos científicos y al que tan solo podemos conocer por una limitada cantidad de imágenes, en las que resalta el bellísimo tono que tiene su manto.
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