Resultado del cruce del burnés y el american short hair, el Bombay es un felino musculo y de tamaño mediano en relación a sus congéneres. El cruce, que se realizaba con la intención de obtener un burnés negro, se producía en Estados Unidos en 1950 y se encargaba de ello Nikki Horner, en Kentucky. El nombre de Bombay se le otorgó por su gran parecido con el leopardo negro que habita en el entorno de tal ciudad de la India.
Aparte de lo ya reseñado sobre su físico, hemos de añadir que posee un pelaje pegado al cuerpo, corto y brillante, de textura sedosa y siempre negro. La inquietante mirada se la confieren unos ojos grandes, redondos, separados, brillantes y muy vivos. En cuanto al color, la gama es muy amplia, aunque, eso sí, suelen presentar una mancha cobriza en alguno de los ojos.
La compañía ideal es de color negro
Perfecto para acompañar a los seres humanos, puesto que se adapta enseguida a lugares de poco espacio, puede ocurrir que, de hecho, soporte muy mal la soledad. Es además, pacífico, mimoso y un verdadero espejo de los sentimientos del amo. Un tanto perezoso, es a su vez fácil de cuidar y muy glotón (ojo con las bolsas de la compra y los cajones abiertos).
Ya que hemos mencionado los cuidados que requieren, si deseamos que su pelaje siga siendo tan bello y satinado, démosle un baño anual, un cepillado tres veces por semana y un plaguicida una vez al mes.
Dicho todo esto, remarcada su belleza, su carácter amigable y su deseo de compartir, incluso sentimientos, con su amo, parece obvio que eso de que los gatos negros traen mala suerte queda para los supersticiosos y para quienes no tienen la suerte de ser dueños de un gato negro.
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