Los caballos son uno de los animales más queridos y que mejor relación ha tenido, siempre, con el ser humano, a lo largo de la historia. Los encontramos en casi todos los países y, gracias a las condiciones climáticas, la selección natural, las mezclas de razas… nos encontramos con multitud de tipos. Por ejemplo, dentro del famoso y reputado caballo árabe, nos encontramos con dos tipos: árabe- shagya (que procede de Hungría). Esta raza nació del criadero de la famosa localidad de Babolna, donde se aparearon a una serie de yeguas –de origen árabe y oriental- con sementales de pura sangre árabe. Eso sucedió en el año 1816. Shagya proviene del nombre de uno de los sementales, y que ha definido las características propias de la raza. Su color principal es el tordo. Físicamente, es muy parecido a un caballo árabe, aunque su altura, de la cruz, es de 1.55 cms. También, tenemos la raza árabe- portuguesa, que nos encontramos en Indonesia. Se piensa que estos caballos portugueses llegaron a esta isla hace unos 2000 años. Esta raza inicial se debió cruzar con caballos portugueses, durante el s. XVI, y, con la llegada del Islam, con los de raza árabe. Posee una cabeza alargada, un cuerpo bastante corto, unas extremidades delgas y unos cascos muy grandes.
La raza Tinker es propia de Irlanda, es un tipo de caballo pesado y, desde hace mucho tiempo se sabía de su existencia; pero, desde hace muy pocos años, ha sido reconocida por la Unión Europea como raza propia. Posee una altura de 1.35 a 1.60 cms, y sorprende por su crin y su cola abundantes.
Foto: fuente
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