No es una ardilla, es un Aye aye

aye-aye

 

Madagascar, esa isla africana en medio del océano Índico (que todo el mundo conoce por una simpática película de dibujos animados), es gracias a su aislamiento, una de las islas con la fauna más extraña y exótica de nuestro planeta. Uno de los animales más impactantes, de todos los que viven en esta preciosa isla, es: El Aye-aye.

 

El Aye-aye, al que se clasifico científicamente durante un largo período de tiempo en la familia de las ardillas por la forma de su cuerpo y su tipo de pelaje, es el único representante que existe actualmente de la familia de los Daubentonidae. Y es que, a pesar de tener ciertas semejanzas con las ardillas, es un animal completamente diferente, que destaca por sus enormes pabellones auditivos, unos dedos muy largos y sobretodo, sus enormes y expresivos ojos amarillos, que le permiten orientarse a la perfección en la oscuridad de las selvas tropicales de Madagascar.

 

Su dieta, compuesta a base de larvas de  pequeños insectos, hojas y frutas suculentas, permiten a este animal alcanzar un peso que varía entre los 2 o 3 kilos y una sorprendente esperanza de vida para un animal salvaje de 23 años.

 

¿Para qué necesita esos dedos tan largos? Como sujeción, ya que es una especie que desarrolla gran parte de su vida en los árboles, para poder alcanzar más fácilmente a las larvas o como un rudimentario instrumento, con el que recoge la pulpa del interior de las frutas, a través del agujero que ha practicado previamente.

 

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